
El precio de agradar a todos
“Quiero que todos estén bien conmigo.”
¿Te suena familiar?
El problema de vivir para agradar es que terminas invisible para ti mismo.
La amabilidad no es sumisión, y poner límites no es agresión. Es respeto: hacia ti y hacia los demás.
Cuando dices “sí” a todo, le dices “no” a tu energía, a tu claridad y a tus propios sueños.
La urgencia de agradar te roba autenticidad.
👉 Hoy te invito a un pequeño reto:
Piensa en una situación en la que dijiste “sí” con el estómago apretado.
¿Qué hubiera pasado si decías “no”?
Quizá habrías sentido miedo al inicio… pero libertad después.
Recuerda: quien se adapta a todo, se vuelve nadie.
Y tú no viniste a este mundo a ser nadie: viniste a ser tú.